martes, 14 de julio de 2009

La enredadera (Josefina Aldecoa)

La compleja red de relaciones sociales que nos acompaña desde el nacimiento, a veces tejida en torno a nosotros como un nido protector, a veces como una enredadera, puede ampararnos en la soledad, pero también puede llegar a asfixiarnos.

En 1941, Erich Fromm publica “El miedo a la libertad” y, en él, revela una tragedia específicamente humana por la que, la libertad, solo es posible al precio de la soledad.

Josefina Aldecoa presenta en su libro a dos mujeres, ambas madres, ambas separadas, ambas de clase acomodada, las dos habitantes de un mismo espacio físico y, sin embargo, separadas absolutamente por un hecho decisivo: la libertad. La historia de Clara tiene lugar a finales del XIX, mientras que Julia asiste al fin de las últimas dictaduras europeas. En el primer caso, la “enredadera” de las convenciones sociales asfixia a Clara mientras que, en el segundo, Julia actúa contra todo tipo de atadura, aún al precio de una relativa soledad que, por otro lado, también disfruta.

Ambas historias tienen lugar en un pueblo de la montaña leonesa. Clara pertenece a una familia acomodada aunque su padre ha ido agotando todo su capital. La salvación económica se presenta cuando Clara es pedida en matrimonio por Andrés, de origen muy humilde pero que, enriquecido en Cuba, regresa ahora al pueblo. Compra propiedades, construye una gran mansión, da fiestas, hace negocios, pero poco a poco, su entusiasmo se va enfriando: lo tiene casi todo pero le falta algo para él esencial: un heredero varón. La crisis se patentiza cuando Andrés acaba abandonando a Clara por otra mujer del pueblo. Con esta mujer, Eloísa, regresa a la casa de su infancia y logra el ansiado hijo.

Clara queda en la casona, abandonada, encerrada en su jaula de oro fría, vacía y triste de la que acaba por huir hasta su propia hija que se recluye en un convento.

El relato ensimismado de Clara alterna paralelo al de la segunda protagonista: Tres generaciones después, Julia, independiente, bella e inteligente, compra la casa. Julia había estado casada con Diego, un prestigioso profesional liberal al que acompañó por todo el mundo. Sin embargo, siente que su potencialidad como persona está limitada por esa relación y lo abandona.

La casa ya no es la cárcel en la que Clara agonizó abandonada e impotente. La misma casa ahora es un refugio, un tranquilo retiro en el que julia descansa de su intensa vida social. Para mantener su independencia, su libertad, Julia paga el precio de una relativa soledad. Como clara, probablemente muera sola; quizá no. En todo caso, en todo momento, habrá sido ella la que haya decidido sobre su propia vida.

El mensaje de la obra a modo de tesis o exposición filosófica, se configura a base de pinceladas de alto contenido sensorial, casi fotográficas, capaces de transportarnos al lugar de la escena para, desde allí, pincelar nuestro propio sentimiento.

La autora
Josefina Aldecoa, maestra y pedagoga por oficio y tradición familiar, fundó y dirigió por un tiempo el colegio “Estilo” basado en el Krausismo que inspiró la Institución Libre de Enseñanza. Se relacionó con la “generación de los 50” (Jesús Fernández Santos, Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Alfonso Sastre, Rafael Sánchez Ferlosio, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral…) y acabó casándose con Ignacio de quien –a su muerte, y como homenaje- tomaría el apellido. En 2004 rechazó la Vicepresidencia del Gobierno con José Luís Rodríguez Zapatero.

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